Las pueden hacer directamente si el dueño o un empleado es traductor jurado. Si no, tendrán que recurrir a una persona que aparezca en el listado para esa combinación lingüística, actuando necesariamente como intermediarios.
Mi consejo es que hagas tu encargo de traducción jurada a la persona que efectivamente vaya a realizar el trabajo. Esto suele reducir los costes y agilizar todos los trámites: llegada de los documentos al traductor; envío del presupuesto y plazo de entrega al cliente; llegada de las traducciones juradas; diálogo personal si el cliente necesita aclaraciones o asesoramiento, o si el traductor requiere copias de mayor resolución por falta de legibilidad…
Asimismo, conviene asegurarse de que la persona elegida trabaje hacia su idioma materno, a menos que sea perfectamente bilingüe o que un nativo corrija después su traducción inversa. Un buen nivel de idiomas no es garantía de bilingüismo y, aunque la acreditación de los traductores e intérpretes jurados nos permita trabajar en directa e inversa, lo ideal sería que cada cual tradujera hacia su propio idioma.
Dicho esto, las agencias pueden ser útiles si tienes que traducir tus documentos a varios idiomas, si prefieres no tener que localizar tú mismo a los traductores o si tienes un plazo muy urgente y crees que la agencia puede contactar con mayor rapidez con varios traductores.